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Mostrando entradas de enero, 2024

La Paradoja del deterioro ambiental y el sesgo optimista

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  Hay en estos tiempos, algo que he llamado la paradoja del deterioro ambiental y el sesgo optimista. La idea sostiene que la mayor parte de la población mundial vive en un juego de espejos que imposibilita una mirada plena sobre el peligro de su desaparición como especie. En palabras llanas; si sabemos que nuestro único hábitat necesario para sobrevivir como humanos está en peligro, ¿por qué demonios no hacemos nada? O bien ¿por qué lo que hacemos, no está funcionando? Vayamos por partes, tradicionalmente, el mundo occidental, había formulado una separación tajante entre el ámbito de la cultura y la naturaleza. Es bien sabido que la cultura se consideró en cierta medida como el alejamiento de lo natural.   Berger y Luckmann, por ejemplo, en su texto, “La construcción social de la realidad” comienzan diciendo que, a diferencia de los animales, el humano no posee un hábitat propio y por ello se ve en la necesidad de construirlo. A esta construcción la llamamos “cultura”. Partamos de

¿Qué esconde Bernarda Alba en su casa? Apuntes sobre la obra de García Lorca

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Es común pensar que la obra de teatro “la casa de Bernarda Alba” trata sobre los enredos, enfrentamientos y duelos amorosos y sexuales que se dan dentro de la casa de Bernarda; mujer madura cuya actividad principal parece ser, sostener las apariencias ante unas convenciones sociales altamente demandantes. Lo que sucede allá adentro no se debe saber. Es cierto, el texto puede leerse de esa manera. Cinco hijas, una madre, una abuela y un hombre en medio de todo, hombre, por cierto, que no aparece nunca en el texto, diciendo “esta boca es mía.”   Una España rural, que bien puede ser cualquier pueblo hispanoamericano de antes o de hoy y donde, “el qué dirán” tiene mucho peso social.   Por otro lado, en todo ese enredo un personaje que aparece tres veces en toda la obra, es desde cierta óptica, la clave de todo este asunto. La anciana madre de Bernarda aparece primero como mera referencia, la tienen sujeta debido a su condición de locura y ha escapado de donde la tienen sujeta, durante el

Escribir, leer momentos

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  “¿Cómo es que se te ocurren tantas cosas para escribir?” me preguntó una querida amiga y, en aquel momento no respondí, pero ahora pienso que… es que a veces, sólo a veces, la tristeza, o el amor, o el odio, la euforia, por mí mismo, por los otros y por todo lo demás que ocupa el tiempo y el espacio, es tan grande, que no dejo de sorprenderme al ver el grado en cómo, algo que no tiene presencia física, puede tener tal poder. De ahí vienen las ideas sobre la escritura; de intentar capturar esas cosas inasibles, y en el proceso de revisión de un texto, uno sólo intenta ver si en esas letras existe un guiño que de sentido a esa curiosa relación entre el yo y aquello que lo controla, o si se quiere, condiciona. Curiosamente más que en lo que escribo, es en lo que leo donde se haya de forma más nítida esa realidad. De esta manera, es cien veces mejor ser lector, que escritor. Un lector es un intérprete, expositor y resolutor momentáneo de esas realidades indescifrables. Afortunadamente