¿Para qué nos sirven las campañas?
Los ciudadanos de a pie, los que escuchamos el estrepito político campañesco actual, deberíamos pedir un “tiempo fuera”, un descanso, un periodo de meditación, deberíamos exigir a todos los abanderados de todos los partidos: “SI-LEN-CIO”. El ruido es tal, que impide, ya no digamos algún tipo de comunicación, sino que imposibilita escuchar los propios pensamientos. Esta campaña, tal vez como ninguna otra posee una estridencia funesta, se compone de insultos, provocaciones, mentiras, acusaciones, denuncias (con o sin verdad) racismo y clasismo matizados y un largo etc. No, no crean que soy ingenuo, la “sangre” política mexicana en general ha sido siempre una especie de bestia que quiere el poder sobre cualquier otra cosa, incluso ama al poder más que al dinero, no saben vivir sin él. Para ello, usa cualquier método a su alcance. El político usa la traición, la lisonja y la mentira; es, además, convenenciero, y chantajista, puede incluso llegar al chantaje emocional usando llantos cocod