El asesinato y su inseparable indignidad
La lectura de “las lanzas coloradas” del venezolano, Arturo Uslar – Pietri me ha dejado la sensación de algo que sospechaba: la irremediable indignidad del asesinato. La novela que se sitúa en la guerra por la independencia en Venezuela muestra en dos personajes: Presentación Campos y Fernando Fonta, dos actitudes contrapuestas que no caen en el simplismo del enfrentamiento político; su oposición es más compleja, se trata acaso del enfrentamiento del guerrero contra el cobarde, colocados en contextos que ponen a prueba su condición psicológica. Presentación Campos busca la guerra, la desea, se puede decir que él mismo es guerra, Fernando Fonta, desea la guerra como medio para un fin, un fin idealizado, pero al fin y al cabo fin. De cualquier manera, la guerra real, no la imaginada por cada uno, los termina rebasando.
El relato nos enfrenta a la cruda
rudeza de la muerte en tiempos de guerra. Pero, no se trata únicamente de la
muerte a secas, se trata de una muerte que por mucho tiempo ha sido idealizada;
se trata de la muerte del “guerrero”, que luego será sacralizada por uno u otro
bando. En realidad, se trata de asesinatos, de odio y venganza. A las naciones,
les gustan los héroes, desde Ulises al Mio Cid, desde Villa hasta Zapata, lo
cierto es que en todas esas manos corrió sangre, pero la historia oficial, a
veces y popular otras, los absuelve; los necesita, así, idealizados.
Alejandro Durán Ortega
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