¿Para qué nos sirven las campañas?
No, no crean que soy ingenuo, la “sangre”
política mexicana en general ha sido siempre una especie de bestia que quiere
el poder sobre cualquier otra cosa, incluso ama al poder más que al dinero, no
saben vivir sin él. Para ello, usa cualquier método a su alcance. El político
usa la traición, la lisonja y la mentira; es, además, convenenciero, y chantajista,
puede incluso llegar al chantaje emocional usando llantos cocodrilescos, tal
como lo vimos con aquel, de la colina del perro, y otro más reciente que ha
dejado “su curul” porque claro está, el posesivo "mi" se sobrepone en este caso al plural "nuestro".
Así pues, el político por regla
general no es inteligente, es “astuto”, cosa que, por supuesto no es lo mismo. La
astucia es el arte de engañar, y para lograr ese cometido utiliza lo
anteriormente citado. A veces, cuando así le conviene se unirá a los poderes fácticos
y a veces los acusará de ….(aquí puede usted poner el epíteto que guste)
En fin, regresando al ciudadano
de a pie, sería genial, si tuviéramos alguna manera de amarrarles la lengua a los políticos, detener
su impresión de volantes y lonas, bajar sus spots en face, tik tok y etcétera, interrumpir
su mañaneras o nocturnas, que para el caso da lo mismo mentir muy temprano o
muy tarde; ponerles bozal a los medios masivos que apoyan a unos y a otros, y contener
por un momento las finas frases “ejemplares” de la lengua cervantina con las
que se refieren mutuamente: “cabezahueca, gelatina, viejo guango, títere”.
Todo ello parte de un espectáculo que bambolea entre la liga de la decencia y el cine de ficheras. Se trata de una puesta en escena compartida y finamente adaptada para el público, con el único fin de repartirse ellos las entradas al teatro.
El peligro de todo este ruido, es
que la sociedad no esté para “astucias” y este falso enfrentamiento que
alientan a través de bots, líderes de opinión, encuestadoras y otros mecanismos y que se traduce en una farsa electoral, salte del escenario a las calles, a las casas, a las familias.
Hay quien piensa, que verdaderamente está participando de un ejercicio
democrático compartiendo memes insultantes, intolerantes, y generados desde la
lógica partidista, los que participan en ello se suman no a un proyecto de
nación sino a una forma política electoral. Y eso hay que dejarlo claro, no se
trata de “dos proyectos de nación”; la nación, no la hacen los partidos, pero
ese es otro tema.
Dada la situación, no vaya a ser
que de verdad suelten al tigre; tigre que, por cierto, ya ha liberado una pata
en Guerrero, Chiapas, Michoacán, en el México profundo. El peligro es mucho,
ojalá pudiéramos gritarles: “ya cállense chachalacas diestras y siniestras”,
tal vez así y sólo así, pudiéramos escuchar algo.
Alejandro Durán Ortega
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