Rincones de la ciudad. 2a entrega
Sábado en el centro de la Ciudad de México. El corazón de México se mueve, palpita, escucha, pero sobre todo sabe y huele. A las tres de la tarde los rayos del sol caen sin piedad sobre los transeúntes que se mueven cual si fueran arroyos que presurosos buscan su cauce; a veces se separan, pero encuentran recovecos, cuellos de botella y se vuelven a reunir, siempre con prisa uno tras otro, se amontonan, buscando llegar al simbólico mar que los espera. El Palacio Nacional es mudo testigo de ese río de gente a sus pies y observa de frente un gran árbol de coca cola, (perdón, dicen que es de navidad), pista de hielo y demás atracciones incluidas. El calor hace lo suyo y los sudores y los olores se entremezclan y vuelan presurosos inundando el lugar. De cualquier forma el microbus pasa al lado y deja escapar una andanada de humo que seduce a los antiguos tufos y genera uno nuevo, agregándole gasolina y aceite quemado. Sin embargo, no lejos de allí (en la calle que lle