Sociedad enferma y la gente de costumbre y la gente de razón
Hace unos meses, me enteraba por boca de una amiga, la cual que posee un doctorado, trabajo estable y relacionado con lo que estudió, casa propia, coche y una bella familia; sobre su intención de suicidarse. Ante tal afirmación, no pude menos que establecer un diálogo con ella primero (ya se encuentra en tratamiento psicológico) y con conmigo mismo después. Por qué alguien que aparentemente posee lo que muchos desean podría pensar en el suicidio.
El suicidio es una
condición extrema a la que llega individuo por diversas razones. Aunque dichas
razones se expresan individualmente lo cierto es que Durkheim demostró es que
se trata de un hecho social. Es decir existen razones sociales que están íntimamente
relacionadas con esa decisión aparentemente individual.
En 2019 se registraron más de 97.000 suicidios en el continente, señala
la agencia regional de salud, especificando que el 79% de las personas que se
suicidan son hombres,(…) Un nuevo estudio destaca la importancia de entender
los factores que rodean a los suicidios según el sexo para elaborar estrategias
preventivas adecuadas.
El suicidio
decíamos, es el caso extremo de la anomia social, pero ligada a esta situación se
haya un complejo que yo llamaría de desilusión de vida. El individuo se haya
expuesto a un estrés extremo derivado de la exigencia de “éxito”. Cuerpos
bellos sanos y jóvenes, economía basta y materialmente comprobable, a todo ello
ligado a la idea de progreso. Dicha idea ha rondado y formado occidente. La
idea de que en el pasado partimos de cero, en el presente nos hayamos mejor y
en el futuro mucho mejor, es básicamente la propuesta fundamental que ha movido
a occidente. Claro está depende de que llenes esa idea el resultado que
obtengas. En la edad media pero ejemplo, la idea de progreso se llenó de
religión, en el siglo XIX de tecnología y ciencia y en la actualidad ha quedado
vacía.
Al quedar sin
contenido, el progreso se ha llenado no de acuerdos sociales, sino que está
sujeta a ideologías con fines específicos, y la ideología imperante no radica
en lo social sino en lo individual. Conceptos como familia, comunidad, solidaridad
resultan inocuos ante la idea de éxito individual.
Ante todo ello,
las enfermedades psicológicas se han desatado y buscamos afanosamente en
complejos espirituales, budismo, hinduismo, yoga, grupos de autoayuda. Sin
embargo hemos de reconocer que el mal es social no individual, de ello deriva la
necesidad de voltear a nuestra propia sociedad. En el caso de México se trata
de una sociedad con un origen negado por vía doble. Se niega veladamente el origen
indígena y por vía nacionalista se repudia el origen español.
Curiosa cosa si
se piensa bien, negamos nuestro ser hispanoamericano. Más vale, si queremos
enfrentar el futuro de manera efectiva, que comencemos a aceptar lo que somos y
a retomar lo que se no ha obligado a olvidar. Nos vemos obligados a reconocer
la fuerza comunitaria que nos ha movido en muchas ocasiones y es expresada en
las comunidades de corte indígena y por otro lado la fuerza del uso de la razón
expresada en la vertiente española. Tenemos que retomar esto porque en ello está
nuestro futuro. Al fin y al cabo somos gente de costumbre y de razón.
Alejandro Durán
Ortega
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