Apuntes sobre Antropología de la Religión

por Alejandro Durán Ortega


El interés que nos acerca a estudiar el fenómeno religioso es de un tipo muy diferente a la de otras especialidades que igualmente lo hacen suyo, podríamos decir además que en algunos casos no sólo es el tipo de interés lo que nos separa, sino también el objeto de estudio que abordamos; en tanto que la construcción de éste es evidentemente diferente, aunque aparentemente y en primera instancia pareciera lo mismo.
Vayamos por partes: ¿cuál es el interés de la antropología para acercarse a las prácticas y temas religiosos? La respuesta parece rondar en dos hechos; primero, no existe sociedad que no posea un sistema de prácticas alrededor de lo religioso, incluso en las más “avanzadas” se pude dar cuenta de la presencia importante de la religión en cuestiones que no tendrían que ser propiamente de esta indole[1]. La cuestión ya de por sí pudiera ser molesta para ciertos creyentes en la trilogía ciencia-razón-evolución (todavía los hay) que consideran que la religión es una expresión de “atraso” de las sociedades. La ciencia, proclamaba Freud desde su pedestal, terminará por sobreponerse a esa ridícula respuesta a la neurosis.
De cualquier manera quiero enfatizar que la religión ha estado durante mucho tiempo en todas las sociedades y lo está en la actualidad. La cuestión le concierne a la antropología pues ésta se interesa en la continuidad y la variabilidad cultural. Además una institución que tiene presencia en toda sociedad debe ser clave para el accionar social en general, y lo debe ser también en términos comparativos, de tal manera que su análisis es fundamental.
Ahora bien la segunda cuestión que marca nuestro interés es que, desde mi punto de vista, a la antropología no le interesa la religión por si misma, si no siempre en relación a un complejo social, Es decir le interesa una religión (para usar los términos que Plattner usa para la economía) una religión “incrustada” en la sociedad, como parte de un todo que abarca lo individual y lo colectivo. No podemos entonces desligar lo religioso de lo económico, lo político etc. y menos en sociedades dónde precisamente lo político se define por lo religioso.
Estas dos cuestiones separan a la antropología de la teología o de la sociología religiosa, puesto que las creencias religiosas nos interesan sólo en relación con la sociedad, y no pretendemos encontrar “verdades”, caminos a seguir o guías espirituales.
Por otro lado nuestros fines distan muchos de los de un individuo que es contratado por una institución religiosa o que es parte de una de ellas y se acercan al fenómeno religioso con el interés o bien de incidir en esta realidad o bien de legitimar la propia. De hecho muchos de ellos usan los aparatos metodológicos creados por la antropología y además han hecho grandes aportes al conocimiento de las religiones pero su fin no será el nuestro.
Lo anterior nos lleva al segundo punto de esta charla, y esto me recuerda que en la ENAH a cualquiera que se le pregunte si profesa una religión se vuelve necesario por el contexto negativo del propio ámbito académico en estos temas, decir que no. ¿Es necesario ser ateo o renunciar a tus creencias para poder abordar la antropología de la religión? Desde mi óptica el problema no radica en que profeses o no una religión dada, sino en que esa formación, posición no te obstruya lo suficiente para entender que todas las religiones están en igualdad de importancia social. Es decir, no existe antropológicamente religión más verdadera que otra, o dicho en términos de Durkheim “Todas las religiones son verdaderas”.
De hecho si se es o se fue un hombre avezado en prácticas religiosas y, se logra entender y superar lo anterior se tiene una gran ventaja frente al antropólogo que nunca experimento un sentimiento religioso, (cosa que por otra parte y desde un punto de vista es prácticamente imposible) o que nunca participó en alguna práctica de esta naturaleza.
Es decir desde mi punto de vista está más capacitado al menos en términos de conocimientos generales el que ha sufrido todas estas experiencias que el que no.
Pero el principal problema que tiene que solucionar no es cómo volcar toda su experiencia religiosa en pro del estudio antropológico, sino en sostener esta igualdad antropológica de las religiones ¿Acaso no es común entre nosotros seguir utilizando la imagen occidental de grupos primitivos con creencias grotescas y sacrificios vestales? ( Lovcraft y Frazer por ejemplo) Esta cuestión le preocupa mucho precisamente a la sociedad occidental interesada desde hace ya bastante tiempo en el uso de “la razón” y la ciencia como fundamentos. Su, nuestra religión por su puesto es racional, de allí que teólogos y sociólogos religiosos se hallan dado a la tarea de racionalizarla en cierta medida. Además existen religiones históricas que han mantenido el número más elevado de creyentes: islamismo, cristianismo, budismo, hinduismo y confusianismo, ello deja en gran desventaja a religiones minoritarias si de entrada nosotros las consideramos cómo “inferiores” y como fenómenos que son muestra de “atraso”
Existe un capítulo de “Ensayos de Antropología Social” de Evans - Pritchard llamado “Los antropólogos y la religión” dónde el autor habla de esta discusión sería bueno se leyera, además de que él es el ejemplo de creyente católico antropólogo.

Dejo hasta aquí los apuntes espero sus comentarios.

Beals, Ralph y harry Hoijer
1971 “Religión” en Introducción a la Antropología, Colección Cultura e Historia, Aguilar, Barcelona, pp. 502 - 543

Bloom Harold
1994 La religión en los Estados Unidos. El surgimiento de la nación poscristiana. Fondo de Cultura Económica, México, 310 p.

Fábregas Andrés
1989 “El estudio antropológico de la religión” en Religión y Sociedad en el sureste. CIESAS, México,

Harris Marvin
[1983]
2003 “La religión” en Antropología Cultural, 5ª reimpresión, Colección Antropología, Libro de Bolsillo, Alianza Editorial, pp. 342 - 390

Worsley P.
[1969]
1980 “La religión como categoría” en Roland Robertson (Compilador) Sociología de la religión, Colección Lecturas No 33, Fondo de Cultura Económica, México, pp . 199 - 213

[1]. Harold Bloom por ejemplo nos menciona que “El presidente George Bush, a quien en general no se considera muy devoto, siguió el ejemplo de del presidente Reagan y otros precursores ¿Nixon, Ford?, Carter? Y convocó a Billy Graham como emblema de la religión estadounidense. Al aparecer siempre Biblia en mano, al lado del presidente, Graham implícitamente certificaba que la guerra tenía una justificación bíblica” (Bloom, 1994: 11)

Comentarios

  1. no me queda muy claro que es lo que quieres decir al afirmar que está más capacitado en términos de conocimientos generales el que ha sufrido experiencias religiosas que el que no las ha vivido... ¿podrias ondar un poco mas en eso? siento como que te brincaste de un tema a otro o yo me perdi..

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  2. Me parece que de alguna manera, y a título personal coincido con tu idea de que es más sencillo comenzar a comprender los fenómenos religiosos si se ha experimentado la vida religiosa en algún momento que si nunca se dio.

    Ahora, tengo varios comentarios:
    1) en primera, no estaría de acuerdo en la imposibilidad del ateísmo vitalicio, sobretodo conociendo a varios compas de segunda generación de los exiliados españoles en México, por ejemplo, cuyas formaciones políticas los criaron desde el ateísmo, desde su infancia.
    2)El hecho de que comparta contigo esta opinión es que, en mi experiencia, me ha sido más fácil acercarme a la experiencia de la gente religiosa dado que yo alguna vez fui un devoto católico. Esto nos plantea una cuestión interesante: ¿supondría que en antropología, por lo menos en su vertiende interpretacionista, es necesario un cierto plano donde sean traducibles experiencias de la vida del observado con algunas del antropólogo? Este es uno de los puntos en los que en todo caso comparo a la etnografía con el teatro que "te pone en los zapatos del otro", pero de mejor manera en la medida en que exista la posibilidad de traducción, aunque no completa, por lo menos mínima. De otra manera, me recuerda la experiencia de un libro titulado "Anthropologist on Mars" en el que una brillante profesora autista (uno de los caracteres agudos del autismo consiste en la imposibilidad de sentir emociones) describía que cuando alguien le contaba algún problema o le refería algo con emotividad, ella se sentía como una "antropóloga en Marte", y en vez de recurrir a imágenes personales que fijan según la vivencia subjetiva, en la experiencia, un acontecimiento con un sentido, como hacemos todos y a lo que llamamos "empatía", ella tenía que recurrir a un repertorio estadístico donde comparaba algunos rasgos del interlocutor considerados "índices" con un conjunto ordenado de estadísticas que establecían el correspondiente diagnóstico. Es decir, ella no "sentía la tristeza del otro", sino que ella veía a su interlocutor sonrojado, derramando lágrimas, y recurría a una lista interior donde encontraba que esos índices se asocian estadísticamente con algo (emic) llamado "tristeza". ¿No se nos presentan dos caminos para estudiar los hechos religiosos en relación con la propia experiencia personal?

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  4. ¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto!
    Friedrich Wilheim Nietzsche.

    Hace mucho un hombre dijo que la sociedad occidental padecía una enfermedad llamada Estado.
    Hace mucho, también, unos hombres enfocaron el progreso y bajaron la cabeza frente a la razón. Esos hombres no sabían que sus palabras, sus pensamientos y sus actos estaban dictados por un entramado incomprensible al que se ha dado por llamar Kultura. Y sin embargo creyéronse libres de las ataduras de la religión, de los dogmas, la ignorancia, de la salvagía y la barbarie.
    También en el pasado otro hombre, que no hacía "ciencia", tan sólo pronunciaba... muy al contrario de lo que se cree, la salvagía no precede a la civilización, la civilización deviene en salvagía...

    Se toca un punto muy importante en el planteamiento de los fines de la antropología de la religión. No sólo en el campo de las ciencias sociales. Pues últimamente, en dialogo con compañeros y profesores de otras carreras, como la psicología y la filosofía, llama la atención el hecho de que no distingan ciertos procesos como la elaboración de discursos y la construcción de principios y valores, corrientes de pensamiento en términos filosóficos y arquetipos para los psicológicos.

    Ya en el terreno de la antropología, teniendo en cuenta que, al menos a nivel nacional, la misma, ha perdido una visión teleológica, es difícil discernir que proposiciones con respecto a resultados de una observación, son viables o ya si quiera considerables de ser "incrustados" en la estructura propia de la antropología en general. La objetividad relativa o equitativa o proporcional ¿Basta como fin? ¿O es un recurso mínimo para otro fin? Muy bien, todas las religiones son la verdadera religión, de tal modo que, una religión que pretende universalidad más allá de sus fronteras espaciales y personales, aunque predique la igualdad y el respeto ¿No debería denominarse antropología? ¿O aún teme ser despiadada y prefiere ser huraña?

    Estado se llama al más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: “Yo el Estado, soy el pueblo”.
    Friedrich Wilheim Nietzsche.

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