De como ejercer la carrera y no morir en el intento:

Bruno I. Flores Bianchi*

Hace más de un lustro, cuando era joven, (y aun tenía piojos) terminé la licenciatura, es menester hacer notar que hasta una semana antes de recibir mi flamante diploma, no había pasado por mi cabeza el menudo problema que me deparaba el porvenir.
Cuando inicié en la escuela, pensaba que talvez salvaría el mundo, descubriría la cura contra el cáncer, conseguiría la paz mundial o al menos develaría el secreto de la vida eterna de Chabelo, ¡pero NO! El mundo no funciona así, según Charlie Marx, la fuerza de trabajo “es la capacidad de trabajo del trabajador, empleada en el proceso de trabajo que, junto con la materia objeto de transformación y los medios de producción, forma parte de las llamadas fuerzas productivas" es decir, la capacidad del individuo de producir mercancías objeto de negocio,  sin embargo, lo que no comprendía es que la fuerza de trabajo por si sola, no representa ganancia, para conseguir dinero para vivir, debes encontrar un empleador que considere que tu fuerza de trabajo es la indicada para sus necesidades, menuda situación, resulta que lo que decidí estudiar estaba fuertemente ligado a las ciencias sociales nada atractivas y necesarias para los capitalistas, era yo un joven etnohistoriador con el corazón lleno de ilusiones pero los bolsillos vacíos (carita con lagrimas)
¿Dónde estaba mi plaza en el INAH?, ¿Dónde los libros que iba a publicar?

En mi “alma desmater” me educaron bien, sabía sobre teoría antropológica, entendía náhuatl, sabía paleografía, teoría de la historia, tocaba los tamborcitos, podía forjar un churro, pero ninguno de estos valiosos conocimientos se podían intercambiar por dinero (bueno, no al menos con la rapidez que lo necesitaba mi estomago y mi casera) me costó trabajo entender que el camino de la Etnohistoria no solo estaba en la carrera docente o la investigación académica, pensé primero – buscaré ser profesor-  pero esa labor esta reservada para entidades superiores, yo, en mis condiciones, talvez habría descabezado a un par de educandos después de la primera clase, trate de ser investigador, lo intenté mucho, pero las plazas no abundan (mas bien no hay nada para un recién egresado) así busqué y busqué, hasta que un buen día tuve una epifanía, entendí que si bien, un buen investigador produce páginas y páginas de conocimiento, ese conocimiento debe de provenir de algún lugar, ¡PUM!  Más claro ni el agua, ¡ARCHIVOS HISTÓRICOS! ¡Kilómetros de información almacenados en preciosas cajas libres de acidez¡ 

Visitar un archivo no se parece en nada a ir a una oculta y oscura cueva y cual Indiana Jones rescatar los preciados textos de una tribu de salvajes, los documentos no aparecen de la nada ante los ojos del investigador. Existe un selecto grupo encargado de resguardar,  ordenar, valorar, estabilizar, clasificar  y describir los documentos históricos, bueno, en realidad dos grupos, están los archivonomos y los archivistas.
  
Los archivonomos  se encargan de la parte física del proceso, es decir, administración de espacio, cuadros clasificadores, almacenamiento adecuado, etc.

Los archivistas llevan el trabajo divertido, para ellos, está reservado el mayor honor, su labor es la de trabajar sobre el área de contexto de los documentos contenidos por el archivo, es decir, cualifican los documentos por su valor histórico, mientras que un profesional en archivonomía ve cajas y metros lineales de información, el archivista (personalmente me parece mas divertido decir “el archivero”) analiza el valor testimonial de cada documento u expediente.

Retomando el tema principal del texto, diré que en cuanto supe que es lo que hacía un archivista, entendí, que talvez el camino de la etnohistoria podría no ser solo el de la investigación o la docencia, puede parecer una actividad menos glamorosa o de menor importancia, sin embargo, desde esa trinchera, estas en contacto con la materia prima en la construcción del saber.

 ¿A que me refiero?

 Bueno, estoy hablando del documento.

Así como la molécula es una agrupación definida y ordenada de átomos, la cual, constituye la porción mínima de la sustancia pura, el documento, es la porción mas pequeña con contenido informativo puro y sustancioso que da testimonio de un suceso o procedimiento,  ejemplo:  Si estructuráramos la vida de una persona en un expediente (como un proceso) el primer documento con el que comenzaríamos a  registrar datos, sería el acta de nacimiento,  después vendría la cartilla de vacunación, el expediente clínico, la inscripción al jardín de niños, las boletas, diplomas, etc. (No creo necesario enunciar de que manera se cerraría este expediente) es decir, “el documento es un testimonio del paso del hombre fijado en un soporte físico”

De esta misma manera el documento forma parte de una entidad de información mayor; el expediente.
Un expediente como tal, es el conjunto de documentos con cierto orden que dan testimonio de un suceso o procedimiento específico (espero ahora el ejemplo anterior tenga mas sentido)

      
        -Me volví a alejar del tema, disculpas-

Resulta que en el archivo encontré cosas sorprendentes que ningún investigador (por que no pueden pasar al otro lado del mostrador) había referido, el juicio de original Morelos, cartas de los Hermanos Flores Magón desde el exilio, cartas de amor de Félix Díaz, denuncias de religiosos impúdicos, bulas papales, música inédita, brujeriascensosrevoltososmanifestantesroboshijosnoreconocidos… En fin, un mar de información y una manera diferente y más cercana de vivir la historia, emocionante y fuera de lo común, si el chisme de vecindad es divertido, no hay palabras para  describir lo gratificante que es el enterarse de los chismes de los famosos de la historia,


Entendí que no todo lo que aprendes en la escuela es inservible, la cosa es saber donde y cuando tienes que aplicarlo,  , los jóvenes egresados deberían tomar en cuenta las rutas alternativas para llegar a la meta, nuestro país es rico en producción documental y los archivos están llenos de personas con ánimos y vocación, pero con poca preparación. Pero bueno, creo que ya me he extendido en exceso, los dejo que sigan con su día, gracias por su atención. 


* Bruno I. Flores Bianchi es egresado de la ENAH, curso la especialidad en archivistica por la Escuela Mexicana de Archivos, y actualmente es coordinador del Archivo Fotografico de Editorial Clío.

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