Anécdota

Matea


Las plegarias y oraciones son cosa muy seria, por ello Karina, con agudo oído, escuchó todo el Rosario y prestaba especial atención a cada uno de los nombres de los personajes que se mencionaban en el rezo. Como devota cristiana y guiada por la idea de que en un futuro ella podía seguir aquellos modelos de virtud, dedicó la tarde de aquel día y parte de la mañana del posterior a la tarea de indagar la vida de aquellos santos que había atendido y memorizado. Encontró fácilmente en los libros de aquella vieja biblioteca referencias a San José, María la madre de Jesús, María Magdalena y de todos aquellos susodichos, sin embargo, el nombre de una santa se negó a aparecer, por más que buscó entre aquellos textos, no encontró nada sobre Matea. –Matea, Matea, ¿quién fue Matea?- se preguntaba un poco triste por el hecho. Regresó aquella tarde a rezar el Rosario, aunque ahora la duda sobre Matea no la dejaba en paz. Al llegar el santo rezo a la parte que se refería a Matea, con un sonrisa se dio cuenta que no es lo mismo José de Arimatea, que José, María y Matea.

Alejandro Durán Ortega

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