“Nos han dado la tierra” y vamos sembrando vida. ¿Sembrando vida o debilitando comunidades?
En uno de los maravillosos cuentos del “El Llano en Llamas” aparece el cuento de “nos han dado la tierra”. Acentuado en la época posrevolucionaria, les han dado la tierra a un puñado de hombres recios y revolucionarios, pero desarmados; y desarmados ya no eran lo mismo. Les otorgaron todo un llano, un llano estéril e inútil, y el delegado del gobierno vino a entregarlo, y el gobierno siempre será gobierno. Nuestro gobierno actual entró con mucha legitimidad y esa legitimidad les da la posibilidad de cometer atropellos. Cualquier cosa que se les diga se les resbala debido a esa aura de legalidad. Hablan de amor y de pueblo, pero poco a poco se les va secando esa saliva. Se han vuelto como el delegado de “Nos han dado la tierra”.
Pero, señor delegado, la tierra
está deslavada, dura. No creemos que el arado se entierre en esa como cantera
que es la tierra del Llano. Habría que hacer agujeros con el azadón para
sembrar la semilla y ni aun así es positivo que nazca nada; ni maíz ni nada
nacerá.
– Eso manifiéstenlo por escrito. Y ahora váyanse. Es al latifundio
al que tienen que atacar, no al Gobierno que les da la tierra.
Recuerdo ahora que, la tónica del
gobierno mexicano en el siglo XIX, giró básicamente en encontrar la manera de
trocar lo comunitario en individual, en el tenor de que en aquel momento la
construcción del “ciudadano” era necesaria para el “progreso”. Un ciudadano,
entendido en su forma básica, es un individuo con “derechos y obligaciones.” Siendo
las obligaciones eje fundamental de un supuesto acuerdo social y siendo los
derechos, regularmente regateados por las gentes de poder a conveniencia. El
problema fundamental al que se enfrentó la Reforma de aquel siglo, fue que en
este país de manos variopintas, la mayoría de poblaciones funcionaba con
métodos colectivos de participación cuya eficacia radicaba y aún radica en la
participación igualitaria, sobre todo expresada en asambleas de variadas
estructuras.
Las estructuras comunitarias
permanecen en muchos pueblos después de siglos de resistencia, las asambleas
siguen siendo portavoces de los sentires más apremiantes de cada comunidad. Son
estas mismas comunidades quienes de una u otra manera han defendido su
territorio, al organizarse de manera colectiva para el trabajo o para la fiesta.
El trabajo en muchas de estas comunidades gira alrededor del “mano vuelta” o el
tequio. Y curiosamente (aunque pareciera lo contrario) es contra esta
estructura que se ha montado (de forma consciente o inconsciente) el programa
“sembrando vida”, programa prioritario del actual gobierno federal.
“Sembrando vida”, tiene presencia
según propios datos de la página oficial en 23, 507 localidades y 8917 ejidos,
según esta misma página:
“En Sembrando Vida trabajamos por convertir los ejidos y comunidades en un
sector estratégico para el desarrollo del campo mexicano, trabajando juntos
para incrementar la productividad de zonas rurales, bajo un enfoque de sustentabilidad
y desarrollo regional a corto, mediano y largo plazo, que
contribuya a reducir la vulnerabilidad en la que viven los campesinos de
estas.” (https://www.gob.mx/bienestar/acciones-y-programas/programa-sembrando-vida)
La cuestión a exponer sobre esta
afirmación, es ¿qué está pensando el
Gobierno Federal cuando se refiere a volver a ejidos y comunidades en
“sector estratégico” para el “desarrollo”? Es interesante porque la frase así
dicha, cae en el imaginario donde “desarrollo” es sinónimo de mejoría,
progreso, y un largo etc. Lo que cabe preguntar es ¿qué tipo de desarrollo
están planteándose desde el gobierno federal?
La respuesta a estas preguntas es
compleja pero desde mi punto de vista, están quitando al campesino lo único que
lo ha hecho permanecer siglos, la tenencia de la tierra y la posibilidad de
comer de ella. Este legítimo gobierno ha hecho una cosa realmente perversa al
otorgar un “sueldo” a lo que antes era comunitario, común y noble. Ahora reciben sueldo solo
algunos campesinos. Al pagar a estos campesinos por hacer lo que han venido
haciendo, es decir sembrar maíz y plantar frutales o maderables. No ha cambiado
nada, sólo el hecho que ahora han dejado de ser campesinos y se volvieron
obreros. Pero no sólo eso, han generado una separación comunitaria entre los
que tienen “el apoyo” y quienes no. Así pues los han proletarizado, los han
trocado en fuerza de trabajo… les han hecho que “siembren vida” a cambio de un
salario.
Aquella vieja discusión comunista
si el campesino era revolucionario o no, ha quedado ahora desbaratada y eso me
recuerda una frase dicha por una niña a su madre… mamá ¿el diablo puede ser
bonito? Nunca escuché la respuesta, pero ahora lo sé, el diablo puede entrar a
comprar y vender todo , siempre y cuando, esté bien legitimado…
Alejandro Durán Ortega
Es verdaderamente interesante el análisis, lic. Alejandro. Sembrando Vida, a mi juicio personal tampoco está bien planteado, desde qué inició el programa se ha deforestado mucho más, y sí crea división en las comunidades, porque no es para todos, un abrazo hermano
ResponderEliminarCabe decir que tenemos esa responsabilidad, no a ojos cerrados tenemos que ir. Abrazo fraterno y gracias por tu comentario
EliminarMe parece un análisis que desnuda la política real de este gobierno y la perversión subyacente en sus programas "estrella".
ResponderEliminarFelicidades mi estimado Alejandro!!!
abrazo y mil gracias por tu comentario. Vamos quitando telarañas...
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