Triunfar en la vida
Me preguntan qué por qué ando
sembrando si no es negocio, que si se me ha ido la idea “triunfar” y ahora me
volví campesino. Por supuesto, los que me lo preguntan igualan triunfo, a tener
una camioneta del año, una casotota, hartísimo dinero, muchos doctorados y
demás cosas. Yo contesto que no, no se me ha ido la idea de triunfar, pero el
triunfo en la vida lo equiparo con ser coherente con lo que se piensa, siente,
dice y hace.
¿Y qué pienso? Pienso que el
planeta muere y que diario comemos veneno en alimentos cargados de insecticidas,
herbicidas, fungicidas, bactericidas. Pienso que algunos piensan que el
calentamiento global no es verdad, cuando estamos viendo los resultados ya,
aquí y ahora.
¿Qué siento? Siento un profundo
descontento con los dueños del capital, con las grandes trasnacionales, con los
políticos, a los que les importa un bledo la salud y el bienestar de la gente
mientras ellos sustentados en un neoliberalismo rapaz y lleno de ideas falsas
como, “Compro, consumo, luego existo” se siguen llenado la panza de riqueza lograda
a través del despojo del otro.
¿Qué digo? Digo que, en principio
la soberanía alimentaria es un tema de seguridad nacional y soberanía nacional.
Y que citando a Araceli Mariscal Méndez, Cesar Adrián Ramírez Miranda, Alfonso
Pérez Sánchez: (http://www.scielo.org.mx/pdf/textual/n69/2395-9177-textual-69-9.pdf
) “Si para alimentar a su población, una nación debe depender de los caprichos
del mercado internacional, o de la voluntad de una superpotencia al utilizar
los alimentos como instrumentos de presión internacional, o de la
imprevisibilidad y los altos costos del transporte de larga distancia, ese país
no está seguro, ya sea con respecto a la seguridad nacional o a la seguridad
alimentaria”
¿Qué hago? Heredé de mi abuela un
pequeño predio, y en él estamos haciendo compostas, recuperando suelos con
técnicas prehispánicas, plantando árboles, sembrando varias especies
comestibles, y sobre todo comprendiendo que no somos dueños de la tierra, sino
que al contrario la tierra es nuestra madre y que sin ella poco quedará del
humano ufano, engreído, codicioso, rapaz, mentiroso y perdido en un mundo que
se le dio de regalo y que él supo echar a perder.
Alejandro Durán Ortega
Claro ahí está la respuesta que muchos buscan
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