El Cristo latinoamericano


Me atravesó la piel la pequeña púa del agave pulquero que había tomado para arrojarlo a la camioneta que había sido traída para transportar cien nopales y cien crías de maguey. Cuando advertí el pequeño hilo rojo, me acordé de “la gallina degollada” de Quiroga. Hay cuentos, poemas, novelas, textos, libros así, que se te aferran como espinas al pantalón de franela. Recordé otro texto, a parte del de Quiroga; uno, que siempre relaciono con magueyes pulqueros: “México Bárbaro” de John Keneth Turner. Es libro se hallaba en la biblioteca de mi padre, ese mi padre, siempre rojo, y siempre a la izquierda. (Es bueno que no vea lo que ha sido de la izquierda en el México de hoy) Pero decía, ese libro se hallaba ahí y él me encontró. Esa edición en especial presentaba un grabado, grabado neurálgico y reflexivo. Un hombre de apariencia mestiza, y de huaraches, se encuentra atravesado por un agave. Las pencas y púas le cruzan piernas, brazos, manos y pecho. Sus pies descalzos dan seña de su origen, su rostro de cara al sol, te escupe la historia de los sin historia. De cierta manera es un cristo criollo, es nuestro cristo latinoamericano, como aquel de los mayas, de Agustina Gómez Checheb. Desde mi entender, esa edición vale más por el puro grabado. Desconozco al autor, pero cada vez que alguien me pregunta ¿Qué es el arte? Respondo, “mira el grabado de esa edición de México Bárbaro” Eso es arte, esa cosa que te atraviesa, esa imagen me acompaña desde los 10 años y aún no sale de mi recuerdo.

Alejandro Durán Ortega


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