Apuntes a propósito de la Revoluciones invisibles de Andrés Cisneros (Segunda entrega)

 

Heme aquí que, como un falso profeta, como un impostor, me presento con estas letras. Heme aquí intentando ligar dos o tres frases coherentes que den cuenta de lo que escribe Cisneros, en “Las revoluciones invisibles”. Cisneros a diferencia mía, conoce los entretelones del campo literario mexicano, y desde ese lugar, como salteador avezado, expone de manera valiente, las componendas, relaciones, vaivenes, amores, pasiones y secretos que guardan los poetas. A diferencia mía, Cisneros es poeta y habla de un mundo al que conoce bien.

Dado lo anterior, se me ha de preguntar con toda justicia, ¿qué fuerzas, aptitudes o actitudes, me validan entonces, para hablar de esta obra? Ninguna, ninguna fuerza me ha obligado a leer y a escribir sobre ello. Desde hace rato, mi práctica lectora, alejada de la academia y de la imposición me ha llevado a revisar, lo que tengo a mano en la biblioteca personal y en ese sentido, he podido probar la ventaja del alejamiento de la academia y del canon; cosa que desde mi punto de vista resulta maravillosa, dado que sin esta desfachatez, sin este desorden que sólo domina mi estado de ánimo diario, no me habría acercado al “Quijote”, o a “El origen de la vida” de Lazcano Araujo, es decir de la literatura a la biología, del manual para como ejecutar correctamente el uso de la trompeta en las bandas de guerra, al Arcipreste de Hita. Este desorden mío no se cura, no puedo ya, por ejemplo, someterme a las lecturas impuestas de una materia determinada. En todo caso, mis referentes son vagos, esto no impide que deba (porque puedo) decir algo sobre una obra determinada.

Dos temas se me han quedado prendidos de la obra, el primero, ya lo he expuesto en un pequeño texto publicado en mi blog personal, Apuntes a propósito de "Las Revoluciones invisibles."  Y el segundo lo esbozo aquí.

En la página 37 el poeta, ensayista apunta:

Entonces, las figuras visibles de la poesía, sin importar su carente propuesta, determinan la episteme de los “nuevos poetas” que andan buscando qué es poesía y cómo hacerla. Y se juntan con el más recomendado de los maestros.

De tal modo, estos maestros poéticos sirven a poetas sacerdotes que necesitan atraer con supercherías a los niños con talento, de tal modo al final son dos o tres fuerzas las que terminan por disputarse el “lente mayor” para proyectar la pirámide jerárquica.

Eso nos da un panorama de cómo se define el llamado “canon” que no es sino una ilusión de hipnosis colectiva, y que hace que en México, después de una guerra de marketing y politiquería, triunfe el que corrompió a más incipientes pupilos, (…) que en su inconsciente colectivo: amalgama de mexicanos (poeta y lectores, académicos y estudiosos) junto a sus instituciones (universitarias y culturales, administrativas y políticas) y los proyectos autónomos (librerías y centros culturales y editoriales, asociaciones civiles y promotores) definirán lo que es poesía.

¿Cómo? Me pregunto, cómo es que funciona esta relación maestro – pupilo, (maestro poético – niño con talento) En realidad no importa mucho el trabajo literario que exista en esta relación, lo que importa, para sostener la pirámide jerárquica, de la cual habla Cisneros, es que exista lo que bien podríamos llamar magia por contagio.

La palabra es poderosa lo sabemos, la palabra que se pronuncia en una auto presentación es mucho más poderosa, en muchos de los casos. Me refiero aquí, por ejemplo, a la presentación de los perfiles en las redes sociales. Muchos poetas escriben: fulanito de tal - guion – escritor (a). Esta sola presentación, indica mucho sobre los procesos de valoración y autovaloración de quien lo escribe, pero también, habla del proceso de validación que necesita, ya sea en términos psicológicos personales o en términos colectivos sociales. Cómo puedes validar tu condición de poeta, vaya, pues en la auto presentación se puede subrayar, pero si en ésta se aduce que perteneciste a tal o cual grupo, a tal o cual taller literario, a tal o cual institución, o en su defecto, que conociste de cerca a tal o cual personaje, y aún mejor, que no sólo lo conociste, sino que de departiste con él algunas viandas, borracheras y estancias en su casa es determinante, para que con solo este dicho, la condición de poeta se vea validada.

¿Cómo funciona esta relación? Fraizer en la “Rama Dorada” nos habla de dos tipos de magia, la magia simpática y la magia por contagio.  La magia simpática, grosso modo, es aquella donde lo semejante actúa sobre lo semejante; de esta manera, si yo quiero generar lluvia, tendré que semejar a esta entidad; entonces cogeré una bandeja con agua y la esparciré por el patio, semejando lluvia, de tal manera que, en este ritual, “lo semejante actúa sobre el semejante”. Estas gotas de agua que son esparcidas por el patio o por la comunidad, quieren semejar a la lluvia y a la vez la producen. Por otro lado, la magia por contagio funciona cuando dos cosas estuvieron juntas, una adquiere las propiedades de la otra; de esta manera, si acudo con un curandero, con un brujo, para que me haga un trabajo de enamoramiento, es probable que el especialista, me pida alguna prenda de la persona que se pretende enamorar, porque lo que estuvo junto (prenda - persona) adquiere las características de aquello con lo que estuvo. Así que la ropa de esa persona funcionará para ejercer sobre él cierta magia, porque como hemos dicho, lo que estuvo junto, adquiere las características de aquello con lo que estuvo.

En un símil de lo antes expuesto, el poeta aprendiz, buscará estar junto al poeta maestro, y en una especie de magia por contagio, adquirirá si no las condiciones literarias del maestro, sí una especie de halo sagrado, que se desprendió originalmente del mentor, y que, por contagio, posee ahora, él mismo. Así el poeta aprendiz empezará diciendo, cosas como: “yo conocí a Pita Amor”, “yo departí con Juan Rulfo”, a mí me tocó Octavio Paz. Si a estas frases, se le añade una anécdota personal con el maestro, el proceso estará completo.

En alguno de los años que vino el papa a México, fui testigo de cómo por medio de la magia de contagio, el papamóvil, automóvil en el cual el papa se movía, se convirtió en una entidad sagrada. Los fieles que tuvieron la oportunidad de ver este vehículo aparcado en algún lugar cercano a la Basílica de Guadalupe, no perdieron oportunidad de tocarlo, para luego devotamente persignarse. De la misma manera, el público que escucha el poeta aprendiz decir que conoció a tal o cual, será lleno de veladoras e ingresado al ámbito sacro poético mexicano, tal como en el cuento de nuestra señora de Nequetejé.  

 El canon del que habla Cisneros, no es posible sin el funcionamiento de esta magia por contagio. La corrupción que pone como eje trascendental, está relleno de una masa sacra, imbuida de magia.

Alejandro Durán Ortega

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