Y volveré a emborracharme

 ¿Saben ustedes a qué sabe la derrota? ¿Se figuran lo qué es entregar el alma y qué sólo te hayan utilizado? ¿Se imaginan cuántos quieren verlo a uno acabado? ¿Y cuántos más se acercan para pedirte algo, con intención de sondear y disfrutar hasta dónde llega tu angustia? ¿Saben cuántos esperan que tropieces otra vez?



Estos necrófilos, poseen manos llenas de sombras, de ansias de poder, de cualquier poder. No importa cuál sea, algún poder que los haga sentir que son otra cosa y olviden lo que en verdad son.

Así pues, estás almas oscuras viven para el poder, puede ser un poder pequeñito, como el del burócrata que controla la fila de alguna instancia pública: “¡Le dije que esperara en la fila!”. Recibes el grito, con caída de hombros, mientras que por el cristal observas cómo la secretaría se pinta la uñas y el empleado juega solitario en la computadora que está sobre su escritorio. Ese cristal en verdad se trastoca en límite físico y simbólico, y tú te encojes de hombros porque sabes que de verdad necesitas aquel documento, apoyo, revisión o ¡sabrá Dios! que tanta cosa necesita un humano de la burocracia.

Puede ser un poder mediano, como el de la mediocre autoridad que no para en su empeño de buscar reconocimiento: “Esto y aquello, yo lo gestioné”, “por mí, se logró tal o cuál cosa”. Las frases resuenan a diestra y siniestra, y nadie se atreve a decirle que todos saben lo contrario, ¿Y qué es lo contrario? Que lo mayores logros de un pueblo son del pueblo, no de alguien en particular, y en todo caso, la historia le da a cada quien su sitio, pero en aquel momento vale más el silencio, porque siendo autoridad necesitaras de él.

Están los del gran poder, los que no requieren aval porque se han creído que en ellos mismos radica la verdad. Estos pueden mandar silenciar e imponen su único pensamiento, utilizan las almas y corazones, como si fueran piezas intercambiables, y en verdad así las consideran: “desechables”. Su discurso es humanista, pero no tienen el menor temor en despedir a dos o a cien. Si acaso no pueden imponer su voluntad por algún contexto determinado, utilizan frases como: “Ya sabrán de nosotros”: Lo pueden decir con tal fuerza, porque en verdad tienen el poder para ello. Jamás, los escucharás diciendo: “me equivoqué”.

Existen los peores, los que buscando un poder mínimo, mediano o grande, pero sobre todo cierta notoriedad, (de otra manera no existirían) usan, mienten, inventan, se pueden hacer pasar por víctimas, o como verdaderos adalides de la justicia y el bien común. Buscan sacar ventaja de todo y cambian de bandera en cuánto ven que su líder ya no las tiene de ganar. Estos son los más peligrosos porque no se les reconoce de inmediato. Utilizan frases como: “tal persona es el mejor”. La Adulación es una de sus estrategias favoritas. Sólo aparentan ser amigos en cuanto les sirves de algo. En resumen usan la amistad para generar muerte.

Y después de todo lo sufrido a uno le preguntan, por qué no piensas en la venganza, por qué les sigues siendo amable, cuando ya sabes todo esto. Porque uno tiene que vivir borracho, borracho de amor, de empeño, de compartir, porque no hay condición más humana y digna que llenar la copa y brindar. Llenar la copa significa crear mundos y; brindar, compartirlos, incluso con aquellos ansiosos de poder. Así pues, (esto se lo dije a ciertos necrófilos mediocres) hay quienes construyen mundos, y otros nada más habitan en ellos. Podrán arrebatarte, robarte y utilizar el mundo que has construido, pero a diferencia de ellos, el creador siempre sabe que debe vivir en eterna borrachera.

Alejandro Durán Ortega

 

 

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