Sobre la desinformación
Fotografía: Alejandro Durán Ortega |
Por
lo que he podido asomarme, casi todo internauta se ha tornado especialista en
política internacional y conflictos bélicos. Las opiniones repapalotean con
singular alegría por las redes sociales. Se hace uso del espacio virtual, y ya
se condena y maldice o bien se eleva la oración: Se enarbola la bandera; se
habla de Guerra Mundial, de la China de la Rusia, de la OTAN, de los Estados
Unidos, y luego se insulta el uno y se ofende el otro, trocando ofendido y
ofensor sitios en turnos. La charada consiste en hacer uso de un extraño
sentido de pertenencia, sustentado en gran parte por lo que llamo “la mirada
veloz del meme” o, en el mejor de los casos, sobre la lectura del encabezado de
alguna nota periodística.
He
escuchado conversaciones sobre el tema entre la gente de mi popular metro de la
Ciudad de México, en camión serreño rumbo a Huayacocotla y hasta entre
intelectuales universitarios. ¿Qué opinas tú? Me preguntaba con impaciencia un
Doctor en antropología cuyo nombre no viene a cuento. La respuesta que le
ofrecí la repito ahora por escrito. No daré opinión ni emitiré juicio, sobre
algo que desconozco. El hacerlo me parece tanto intrascendente como pueril. En sentido
estricto una opinión desinformada, contribuye a generar ignorancia; y en ese
sentido más valdría que no fuera expresada; puesto que en el imaginario se
construyen ideas que no tienen referentes concretos en la realidad.
Así
pues, no daré opinión sobre el conflicto ucraniano – ruso, pero me atrevo a
sugerir en esta ocasión que nos preocupemos por el tipo y calidad de
información a la que vamos accediendo en estos días. Es increíble que en esta
época donde la información está a un “clic” de ratón, se emitan opiniones tan
soeces, tendenciosas e irreales y todo ello no sólo en el ámbito periodístico,
sino en todas las demás áreas de la vida. La historia ahora se aprende en
videos de youtube de 10 minutos y con
dibujitos; la filosofía se ha reducido a proposiciones descontextualizadas
cristalizadas en memes y que terminan pareciendo frases extraídas de libros de
autoayuda. En definitiva, vivimos en la época del mínimo esfuerzo.
Todo
ello tendrá consecuencias para las futuras generaciones incapaces ahora de
recordar las tablas de multiplicar, las capitales del mundo, un número
telefónico o una simple dirección, a la cual no van a llegar sin ayuda del google maps. ¿Qué utilidad tiene
memorizar? Bueno, resulta que el cerebro es un órgano que entre más se use más
se desarrolla. Memorizar, leer, construir, ayudan a lo anterior.
Así
pues me atrevo a sugerir, (cosa que también puede ser intrascendente) que antes
de emitir opiniones tales como: “Rusia es mala porque es comunista”, los
ucranianos son buenos porque yo vi que su presidente está vestido de militar”;
primero nos preguntémonos ¿cuál es la fuente de dónde estoy sacando mis
conclusiones? ¿Estoy pensando yo, o sólo repito lo que vi en un meme? ¿Lo que
digo es parte de mi ideología, o es parte de lo que veo en realidad? Lo
anterior aplica, para dar opiniones sobre la guerra en ciernes, así como para la
vida cotidiana. Estas dos preguntas nos evitarían tantas pláticas frívolas y
tantos malos entendidos. En fin ya se dijo hace mucho: “El que tenga oídos, que
oiga”
Alejandro
Durán Ortega
La desinformación está en su apogeo promovida esta vez y como siempre por EEUU. ¿Razones? La lucha del poder en el mundo.
ResponderEliminarSin duda no se está enseñando el buen ejercicio de cuestionar, contrastar, dudar, analizar....estamos tan ávidos de figurar, de que nos pongan un corazoncito o un pulgar arriba que a la primera oportunidad opinamos, señalamos, repetimos, copiamos, estamos tan ávidos de que gente que no conocemos nos apruebe que a la primera disparamos
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