Chulangolandia

Teclas Invitadas 2 
Mariel Araujo Escutia*



Habito un sitio donde se ha hecho valer más una seguridad artificial gracias a un par de nalgas paradas que el ímpetu por ser y estar en el momento. Donde la gente "es más" por un papel que acredita estudios de nivel superior sin tener ni idea del cómo explicar y por qué ocurren cosas tan simples como el ciclo del agua.

El lugar en que mientras más dinero gastes, eres más exitosx. El lugar en que no importa cuánta gente pisotees y humilles en el "camino al éxito"; siempre y cuando logres tener más dinero y llenarte de cosas materiales que de nada servirán cuando llegues a otro mundo en donde ni todo el petróleo arábigo y todas las libras esterlinas valen más que una nube. 

Vivo en el país del descontento eterno con el gobierno. Ese que desde la conquista europea ha jodido a los más jodidos, llenándonos el buche de piedritas generacional y hereditariamente. 

Vivo en el país de las manos fuertes, los pies callosos y las espaldas cansadas. Vivo en el país en donde la sociedad es una tortuga enorme y los políticos transitan y quebrantan tanto como se les antoja el caparazón en el que se posan. Vivo donde los corazones aún laten y los pulmones sobreviven quien sabe cómo... ¿Será gracia divina o ganas de seguir aquí? 

Mi Chilangolandia. Tierra donde cualquier «masiosare» puede entrar con bombo y platillo, por la puerta grande y con llaves de oro para hacer y deshacer tanto como guste. Donde decimos que no hay discriminación, pero aguas donde le sonrías o le ofrezcas una manzana a alguna persona que a duras penas habla español (por que en su pueblo lo que se habla es otomí), porque ya todos te miran con desdén o raro, si bien te va. 

La ciudad más grande del mundo. O en eso me quedé hace algunos años. La que se hunde y aguanta edificaciones por aquí y por allá. La que a gritos pide un descanso, pero todo cuanto le es posible nos lo sigue dando. La surreal. La contrastante. La constante. La que odias por minutos y amas por vidas. La que gozas, hueles, bailas, escuchas. Caminas, te envuelves con el olor de un puestito de tlacoyos y de lejos el sonido del organillo te acompaña mientras bailas un valsecito...

Imagen. Mariel Araujo Escutia

Bailarina. Dromómana. Turista.
Biotecnología. No le gustan los chalecos ni el pepino. Tinto/Café = excelente compañía.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Bienvenidos a "La Gloria"

Sobre las cabras en dos patas y la postura del Gobierno Federal sobre la Minería y el Fracking

Pueblo Nuevo, Zacualpan, Veracruz