Diversiones de chiquillos.

Burro XVI 


Allí estaba uno, con mochila al hombro o portafolio de ataúd (el cual también servía de asiento) en la escuela primaria o secundaria; y sí, sin celular, sin agua embotellada, sin laptop, sin toallitas húmedas, sin gel antibacterial, sin bullying, y tantos otros "sin". Sonaba aquella chicharra estruendosa y comenzaba el recreo, (parece que ahora salen a algo llamado "break"). En fin, alguien organizaba y se decidía: partido de fútbol con botella de frutsi rellena de papel como balón, trébol, burro tamalero o burro XVI, (No, ninguna referencia a ningún presidente). Ganaba el burro XVI, pues ahí nos tenías escogiendo a quien la haría de burro, para lo cual se utilizaban varios métodos, o bien el clásico "chin cham pu" o "el zapatito rosa, zapatito azul" o "piedra, papel o tijeras" o por últimas de plano agarraba uno al que se dejara.

Aquel burro tomaba su posición, agachado y con las manos en la nuca. La fila de saltadores se empezaba a acomodar, y todos procuraban no ser el último, pues se sabía que entre más pasaran antes que tú, el grado de dificultad del brinco se hacía más difícil.

Hecha la fila, el primero en ella salia corriendo, y brincaba sobre la espalda del "burro" que utilizaba como soporte, al tiempo que se gritaba "¡cero por chapucero!" cuando se iba por el aire y así los demás continuaban saltando repitiendo el grito inicial.

El  "uno" no tenía mayor dificultad, era el salto sobre el compañero y solamente se agregaba el grito: "uno mambruno", el problema comenzaba con el dos: "patada y coz", puesto que implicaba brincar, pasando sobre del burro, y sin tocar el piso patear las nalgas de compañero asno al estilo "taquito" del fútbol, y por su puesto al caer, las espaldas del pobre burro recibían el peso de las nalgas del saltador, ¡claro¡ era la "coz".
"Tres, tres litros de San Andrés" decía la siguiente ronda, pero penoso para el burro, era el cuatro: "jamón te saco", pues cada saltador en el brinco, usaba la mano que colocaba en forma de cuchara, para hacer un movimiento a imitación de aquellos vendedores de helado cuando sacan el producto de su bote, pero aquello a diferencia de esto se hacía muy cerca a "salva sea la parte" del jumento.

"Cinco, desde aquí te brinco" implicaba una gran dificultad, puesto que el burro, agachado como estaba, escupía lo más lejos posible, con el fin de definir por medio de esa marca, el lugar desde donde debían brincar aquellos saltadores. Y bueno, aquellos tomaban vuelo, y dando un gran salto desde aquella marca volaban sobre el burro. La acción se repetía en el "seis, otra vez", y por supuesto siempre había algún juez fijándose que nadie superara la marca establecida, de ser así, aquel que rompía la regla ocupaba el lugar del burro.

El "siete, te pongo mi chulo bonete" era también de gran complejidad, puesto que el saltador dejaba en el brinco una prenda sobre la espalda del burro, regularmente se trataba del sueter escolar. La prenda no debería caerse y cada uno de los saltadores iban colocando la suya, formando tras un rato una gran pila, los primeros en saltar procuraban dejar la prenda sobre la espalda, mientras otros lo hacían sobre el cuello y demás  lugares, pero sobre todo evitaban dejarla mal colocada, puesto que llegado el ocho, "te lo pico y te lo remocho", el orden de los saltadores se invertía y cada uno iba saltando para recoger su prenda sin tirar la de los demás, además que se tenía que aplicar un piquete con el dedo en las posaderas del burro.  

"Nueve, copita de nieve" era el grito en el aire, para después en el suelo decir, "con sus tres sabores que son:" y acto seguido se mencionaban los tres sabores anunciados, el burro estaba atento para ver si alguien repetía el sabor y pasara a ocupar su lugar. 

En "diez, elevado los es", el brinco era sin ayuda de las manos. El "once, caballito de bronce", el saltador se ponía a horcajadas en la espalda del burro, éste se paraba y hacía lo imposible por tirar a su improvisado jinete, si lo lograba se libraba de su penosa participación. Las actividades complementarias de "doce, la vieja tose" las había variadas pero recuerdo aquella que una vez hecho el salto se decía. "con sus tres tosidos, que son:" y se imitaban tres sonidos diferentes simulando la tos. 

En "Trece, el rabo te crece en la boca de ese" se buscaba por parte del saltador y el burro a alguien que tuviera la boca abierta, en el momento que se decía, con lo cual buscaban renovar al burro. En "catorce, la vieja cose", después del brinco se simulaba enredar un hilo en la oreja del burro, y se terminaba con un gran pisotón en el pie a remedo de pedal de máquina de coser. 

Tal vez el preferido de todos era el "quince, el diablo te trinche" pues se trataba de atestar con todas tus fuerzas, y los dedos abiertos en la espalda del burro un gran golpe a la vez que servía de base para saltar. Por fín, llegaba el "dieciséis, soldaditos a correr" y todos brincaban sobre el burro echándose a correr para que el burro no los alcanzara, pues el que era atrapado haría de burro ahora, 

Antes de que la chicharra, sonara nuevamente, todos estábamos pegados a la llave del agua, ( sí, parece ser que no sabíamos que "la pureza" se vendería después en botellas de plástico no biodegradable) y corríamos al salón antes que López Aguado, la maestra de biología nos gritara: "¡son unas piedras con ojos¡". (Cosa que, por lo que yo sé, no recibió ninguna demanda) 

 No sé si los juegos "de antes" eran mejor que los de ahora, tampoco sé que consecuencias psicológicas y físicas tengan para un niño de antaño el haber jugado burro XVI,y cuál sea la diferencia con el niño actual que pasa cuatro horas o más  frente a cualquier aparato, lo que si sé es que nos divertíamos a lo grande.

Imagenes:


Comentarios

  1. Como siempre de lo etnográfico a lo cómico... pero bien hecho

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  2. jajaajaj sin duda, a mi parecer, eran mejores los juegos de antes, y eso que soy de la generación x, del Nintendo para acá, aun así, jugué balla pelotera, hoyitos, al avión, si, al avión, can can (o escondidas), y sin duda los juegos de hoy no son para nada malos, tal ves su gran pecado es el sedentarismo que los caracteriza.

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  3. Ahhhh!!!! Como recuerdo mi etapa de infancia cuando cerrábamos la calle y con mis vecinos nos poníamos a jugar sin mayor peligro que las caídas o raspones, y en el patio de la escuela ni se diga, buen artículo profe :)

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