La Partera y los cuidados culturales a la mujer embarazada, durante y después del parto entre los tzeltales.
Teclas Invitadas:
Esteban Ordiano
Hernández
Palabras clave: Parteras tradicionales,
cosmovisión y cuidados culturales.
Resumen: Dentro de la medicina tradicional
mexicana, la partera es un especialista en la asistencia y cuidados de la salud
en mujeres y niños, antes, durante y después del parto (puerperio). De ahí la
importancia del rol de la partera dentro del grupo social al que pertenece. Sin
embargo, su práctica no siempre tiene el reconocimiento por parte de las
instituciones o los profesionales de la salud, debido al proceso histórico de
persecución, ataque, estigmatización y menosprecio los cuales generaron cargas
de valor negativas contra su práctica al igual que la medicina tradicional en
general. Por lo mismo, importa comprender el contexto socioeconómico,
geográfico y político en el cual se desenvuelven las parteras para entender los
retos que hoy en día enfrentan.
Introducción
El presente trabajo sobre parteras tzeltales, aborda el tema
de la asistencia y cuidados culturales a la mujer embarazada durante el proceso
de parto y posparto, así como de las recomendaciones del cuidado a los niños o
de la atención terapéutica para la mujer en edad fértil; niños con problemas de
empacho, “mal de ojo”, caída de mollera, entre otras enfermedades de filiación
cultural o padecimientos propios de la mujer y los niños.
El objetivo principal aquí es evidenciar el rol de la partera
como promotora de los cuidados culturales y las dificultades que afronta ante
las instituciones de salud y el prejuicio social.
El estudio se desarrolla, principalmente, con parteras tzeltales
de San Juan Cancuc, Chiapas. Así mismo, integro información de parteras de
Simojovel, Oxchuc y Tenejapa.[1]
Sobre el tema existe una vasta información de trabajos referente
al papel de las parteras. Abundan principalmente desde la antropología y la
sociología, también en psicología y enfermería como los de Isabel Kelly (1955),
Sheila Cominsky (1978), María Eugenia Modena (1990) y B. Fuerbringer (2002),
por mencionar algunos. En la región de los Altos de Chiapas, destacan las
investigaciones de Robert Charles Harman (1974), Holland Williams (1987), Andrés
Medina (1994), Graciela Freyermuth (2003, 2014), Jaime Page (1999), entre otros.
Ahora bien, la orientación teórico-metodológica que sigo en
este trabajo tiene carácter interdisciplinar. Esto quiere decir que asumo la
fenomenología de Roman Ingarden (1998) como método interpretativo o de
concreción del contexto cultural. De Clifford Geertz (1990) integro su concepto semiótico de cultura y así
entender los fenómenos culturales como símbolos. Para la concepción de
cosmovisión sigo la definición de Alfredo López Austin (1980), en tanto que de
Jack Holowka (1994) retomo su concepto de construcción social.[2]
San Juan Cancuc
San Juan Cancuc es uno de los 118 municipios de Chiapas, se
localiza en la región Selva del estado, aunque sus características culturales
la ubican más en la región Altos. La ruta más corta para llegar al lugar es de
56.0 km de distancia desde San Cristóbal de Las Casas, el tiempo estimado de
llegada es de una a dos horas, dependiendo del clima y del estado o condiciones
de las rutas que son muy accidentadas. Colinda con los siguientes municipios:
al Norte con Sitalá, al Este con Chilón y
Ocosingo, al Sur con Oxchuc, al Oeste con Tenejapa y Chenalhó y al
Noroeste con Pantelhó.
En San Juan Cancuc se habla el batsil k’op (lengua verdadera) y se refieren a sí mismos como winik atel (hombres trabajadores), pertenecen
al grupo étnico maya-tzeltal. La población registrada en el municipio es de
29,016 habitantes (INEGI, 2010). Según los datos arrojados por la SEDESOL
(2014), en el lugar existen 97 escuelas de educación básica, 8 secundarias y 3
bachilleratos. Los rezagos en este rubro son altos 43.2%, es decir 14, 062
individuos.
Para el sector salud, el municipio cuenta con 7 unidades
médicas y 11 de personal médico. Se estima que el 62% de la población, 20,163
personas, no tienen acceso a los servicios de salud.
El municipio cuenta con altos índices de pobreza, el 97.3% de
la población total. De este porciento de población, el 80.5% es considerada
dentro de la pobreza extrema (SEDESOL, 2014).
La principal actividad económica de San Juan Cancuc es la
agricultura de producción y consumo. Se cultiva maíz, frijol, calabaza, café y
frutos de temporada, entre otros. La fauna es diversa y abundante en las zonas
de bosque y selva media.
Los cancuqueros son un pueblo con reconocido arraigo
cultural, guardianes de sus tradiciones, usos y costumbres. Son reconocidos
históricamente por haber sido el foco de La
sublevación de los tzendales de 1712. Hoy en día se manejan bajo dos
sistemas de gobierno, uno tradicional y el otro constitucional.
La vestimenta tradicional, para las mujeres, es un huipil
blanco y largo con motivos o bordados de color rosa, rojo o azul en forma de
peto y una nagua azul. Para los hombres una camisa de corte cuadrado que llega
a las rodillas, manga larga y bordado similar de peto y en mangas (ver foto 1).
Las parteras en la medicina
tradicional de San Juan Cancuc
En San Juan Cancuc la medicina tradicional es considerada el
principal sistema de atención a la salud en el lugar (Pitarch, 1994; Ordiano, 2002,
2010). El rezago en salud es alto, 93.4% de la población total carecen de un
seguro o servicio (PNUD, 2011:36).
En el lugar con el término tzeltal de poxtaiwanej se nombra a aquellas personas que saben curar, “los
médicos tradicionales”, por lo general, son campesinos y dedican gran parte de
su tiempo a la curación de enfermos; cuentan con el reconocimiento de su
comunidad y poseen un saber adquirido de forma onírica o a través de la
interiorización de sus experiencias cotidianas.[3]
Estos médicos tradicionales emplean diversos procedimientos
para el diagnóstico y la terapéutica: entre los primeros se incluyen, la toma
del pulso y la interpretación del sueño. Los segundos comprenden a los ritos,
los rezos, el uso de velas y aguardiente, soplar,
manipular físicamente al enfermo, uso de
animales, piedras y
plantas.
Entre ellos distinguen sus habilidades y especialidades: los
hierberos (ak’wamal), el curador de
alteración (sme’winik), el que cura el
espanto (ik’xiwel), el huesero (u’ulbak, spis elbak), las parteras (tam alal, cash ul, pichom netom) y los rezadores de los cerros (k’oponej
witz).
En San Juan Cancuc, el
trabajo de las parteras es muy reconocido por los miembros de su comunidad,[4]
principalmente porque ellas son las que atienden casi todas las enfermedades de
la mujer y del niño recién nacido: controla el embarazo desde que la mujer la
busca y atiende el parto. Sabe curar el flujo, los dolores de la regla y las
hinchazones, también alivia los problemas del embarazo: calambres, dolores y
abortos.
La partera conoce las
complicaciones del parto y de la cuarentena (reposo): sabe acomodar el niño
para que nazca bien, conoce yerbas para aligerar el parto y la salida de la
placenta, sabe cómo parar la hemorragia y cómo quitar la calentura. Ella cuida
también al niño pequeño, cura su ombligo y enseña a la madre a darle de comer.
Durante el embarazo, la
partera visita con frecuencia a la mujer, platica con ella y le aconseja que no
haga trabajos pesados, que coma bien y que se bañe con agua de hierbas (como
azucena o altamixa). Algunas rezan en
la iglesia para que el niño nazca bien y para proteger la sangre de la madre. A
los seis meses la partera comienza a
acomodar al niño para que cuando llegue la hora del parto nazca sin problemas.
Cuando nota que el niño viene atravesado, soba la barriga de la mujer con hierbas
“calientes” como kaxlan shupak o kail
y manteca, así va acomodando al niño hasta dejarlo en buena posición.
¿Cómo se llega a ser
partera?
Entre las mujeres tzeltales se llega a ser partera por medio
de la práctica o participación directa en el acompañamiento de las mujeres
mayores, madres o abuelas que saben cómo atender un parto y los cuidados al
recién nacido. También están las que aprenden por medio de revelaciones
oníricas: las parteras dicen que aprendieron estos conocimientos por medio de
los sueños, en ellos un familiar ya
fallecido, santo o Dios se les aparece y les enseña lo que deben hacer y qué
plantas usar.[5]
Las parteras conocen y tratan las diferentes enfermedades de
la mujer y los niños, las que están asociadas al alma y las del cuerpo, las
frías y las calientes; hemorragia, empacho, “mal de ojo”, calambres de la
mujer, entre otras.
La atención al parto
La partera es la encargada de vigilar que el embarazo de la
mujer marche sin complicaciones hasta el momento del parto y posparto
(puerperio). Si en el proceso de embarazo se presentan riesgos como
hemorragias, la partera conoce las plantas que ayudan a detener el sangrado,
para ello la partera prepara una infusión de hierba de jovel (jovel vomol)[6] y
la da de beber a la parturienta.
En caso de que la criatura venga en mala posición, la partera
realiza el acomodo del niño mediante la manipulación física; puede ayudarse de
ungüentos y un reboso para dejarlo en buena posición para nacer.
Cuando el parto se presenta, la partera acude y prepara todo
lo necesario para el nacimiento: Realiza rezos, prende velas y copal, organiza
a los futuros padres para el parto tradicional; el hombre se sienta en una
silla, la mujer se coloca de rodillas sobre una cobija, manta o petate, sujeta
al esposo por el cuello y él la sujeta por
la cintura para ayudarle durante el parto. La partera se coloca detrás de la parturienta
y con un reboso o manta faja a la mujer para ayudarle al descenso del niño. Si
éste tarda, la partera suele darle una infusión de plantas o claras de huevo,
también suelen moler cola de tlacuache seca y tostada mezclada con agua. Todos
estos preparados contienen sustancias oxitócicas que ayudan a acelerar el parto
(ver foto 2).
En el momento del nacimiento, la partera recibe al recién
nacido y le da las primeras atenciones: corta el cordón con una navaja o
cuchillo esterilizado, lo baña con agua tibia, saca las flemas, lo viste y le
realiza una limpia o barrida para evitar el “mal de ojo” u otra enfermedad.
Posteriormente la parturienta recibe un baño de temazcal o
push, la partera le da las recomendaciones sobre los cuidados que debe tener, la
higiene, el reposo, las actividades y alimentos que debe evitar hacer y consumir.
Foto 2: Esteban Ordiano, “El parto”,
Museo de la Medicina
Maya Tzotzil-Tzeltal, CEDEMM-OMIECH, A.C. (noviembre de 2007).
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También le hace recomendaciones sobre el cuidado que debe
tener al alimentar al recién nacido, como debe bañarlo y sostenerlo.
Foto 3: “Corte del
cordón umbilical” (Archivo audiovisual de la OMIECH, 1997).
Ka’kel zitil (“Mal de ojo”)
Una enfermedad común entre los niños es el llamado “mal de ojo”: “Esta
enfermedad se adquiere cuando una mujer embarazada o una persona de sangre
fuerte mira a un niño, el niño empieza con calentura, diarrea, le salen
granitos, llora mucho, se le pone el ojo pequeño, y se pone flaquito si no se
cura. Le ataca más a los niños de 6 a 7 meses”.[7]
El diagnostico para identificar el “mal de ojo” se hace mediante la
toma del pulso al enfermo y la lectura o interpretación del mismo por parte de
las parteras. Por lo común, los niños que padecen este mal no suelen morir,
pero llegan a debilitarse y perder peso, sino se les atiende o cuida pueden
llegar a morir.
La enfermedad de “mal de ojo” puede estar acompaña con “espíritu
asustado” o susto. Para que no ataque esta enfermedad, las parteras debe pedir
auxilio a Dios por medio de rezos y prenden velas. El tratamiento al niño es el
siguiente: “se baña con carrizo tierno (3 puntitas hervidas), se baña en la
mañana durante 3 días; se limpia con huevo y se deja un rato, luego se quiebra
el huevo y se pone en un recipiente, en donde se mira si es ojo. Esta limpia se
hace 2 veces, la primera vez el huevo sale muy mal y la segunda mejora y no
necesita más curación”.[8]
Cosmovisión
y el concepto de persona
La construcción de
la persona o la forma en cómo la gente de Cancuc se refiere a sí misma y ante
los demás, es a través de su concreción
de cuerpo. Siguiendo a Alfredo López Austin, el cuerpo es “el núcleo y vínculo
general de nuestro cosmos, centro de nuestras percepciones, generador de
nuestros pensamientos, principio de nuestra acción, y rector, beneficiario y
víctima de nuestras pasiones” (López Austin, 1980:7).
Para los
cancuqueros o habitantes originarios de Cancuc, su cuerpo consta de carne,
huesos y de una o más almas (Ch’uleltik).[9] El Ch’ulel es entendido como un ave que habita en el
corazón de los cancuqueros, similar a una paloma o ave pequeña.[10]
Se dice que esta ave
es necesaria para la vida, no debe salir o abandonar el corazón, si lo hace la
persona en poco tiempo enferma y puede morir.
Conceptos
salud/enfermedad
Los cancuqueros distinguen
entre “la enfermedad” y “el daño”. Para ellos, las enfermedades atraen
sufrimiento a la persona, a su familia y a la comunidad: “El enfermo sólo
quiere acostarse y dormir, está sin gusto de trabajar o de pasear, está
cansado, débil y triste. El enfermo no
quiere comer, tiene ardor y dolor, la cara pálida y los ojos amarillos; está
pensativo y con dudas. Cuando se enferma un hombre, su mujer tiene que pedir
prestado maíz y dinero para llevar la vida de la familia; si se enferma la
mujer, el hombre se tiene que levantar
muy temprano para atender a sus hijos y preparar la comida. Por eso la
enfermedad es un mal grande para toda la familia”.[11]
“Las enfermedades del alma
casi siempre se notan en el cuerpo porque el alma vive en él, pero hay algunas
enfermedades que no dañan el alma, porque son pequeñas o leves: cortadas,
accidentes, dolores de muelas y otros de esa naturaleza”.[12]
Para los cancuqueros la
enfermedad casi siempre viene en el viento. La noche está poblada de seres
fantásticos que son los que producen los males. Una enfermedad muy mencionada
es el “espanto” o pérdida del alma, generalmente ocasionada por una caída, o
porque el alma es débil y abunda más entre los niños que entre adultos.
También piensan que los dioses envían las
enfermedades y sólo ellos pueden alejarlas. El buscar el bienestar de la salud,
no significa luchar contra la enfermedad en forma aislada, sino buscar la paz
con los dioses, responsables de los sufrimientos. De ahí que cuando se busca el
alivio de los males se llevan a efecto ritos, conjuros y oraciones, vinculadas
a los procesos terapéuticos.
Conclusiones
En San Juan Cancuc, los cuidados de la salud y bienestar de
las personas se encuentran íntimamente relacionados con las prácticas
terapéuticas del lugar y de la concepción del cuerpo y noción de persona que su
cosmovisión involucra. Estas prácticas so herencia y mestizaje del mundo
prehispánico, colonial y contemporáneo.
Los denominados cuidados culturales son procedimientos
elaborados o construidos al interior de un grupo social con los que dan asistencia
y atención de la salud o bienestar de las personas.
En Cancuc, las creencias de la salud/enfermedad contienen
múltiples significados y funciones. Muchas de estas se basan en la construcción
de una imagen específica del cuerpo y sus relaciones con el ambiente y la
sociedad. Para los cancuqueros el “ambiente” no está constituido sólo por el
medio natural, sino por múltiples realidades no tangibles con las cuales
mantienen relaciones. Se trata de “otros mundos” presentes en la realidad
cotidiana, lugar de los ancestros y de las almas. Cuando las relaciones con
estas entidades están perturbadas resulta fácil encontrarse con situaciones de
enfermedad.
De ahí que resulte importante comprender las diferentes ideas
de persona, del estar sano o estar enfermo, entender contexto cultural y sus
relaciones sociales. Las explicaciones que culturalmente explican el mundo de
la vida y sus significados.
Pero también es importante comprender la difícil situación
socioeconómica de marginación y pobreza que guardan estas poblaciones, carentes
de servicios básicos para una mejora en su calidad de vida.
Esto anterior debe ser traducido al mundo de los profesionales
de la salud, los cuales deben incorporar o hacer comprensibles estos otros
mundos dentro de su quehacer cotidiano.
Referencias bibliográficas y fuentes
consultadas
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Gonzalo (2000). Medicina y Magia. Instituto Nacional Indigenista, México.
Campos, Roberto
(compilador) (1996). La antropología médica en México Tomo 1 y 2, Antologías Universitarias, UAM, Instituto
Mora, México.
CONEVAL/SEDESOL,
(2014). “San Juan Cancuc, Chiapas”. En: Informe
anual sobre la situación de pobreza y rezago social, (consulta PDF).
Freyermuth,
Graciela (2003). Las mujeres de humo:
Morir en Chenalhó. Genero, etnia y generación, factores constitutivos del
riesgo durante la maternidad.Referencias CIESAS/Porrúa, México.
Freyermuth,
Graciela (2014). Observatorio de
mortalidad materna en México (consulta PDF). http://www.omm.org.mx/index.php/contactos.html
Geertz, Clifford (1990). La interpretación de las
culturas. Gedisa, México.
Guiteras H.
Calixta (1992). Cancuc: etnografía de un
pueblo tzeltal de los Altos de Chiapas 1944. Gobierno del Estado de
Chiapas, México.
Harman, Robert
Charles (1974). Cambios Médicos y
sociales en una comunidad maya tzeltal, INI-SEP, México.
Holland William,
R. (1987). Medicina maya en los Altos de
Chiapas, INI, México.
Holowka, Jack (1994). Problemy etcyzne w literature pieknej.
Wydawnictwa Szkolne y Pedagogicze. Werszawa.
INEGI (2010). Censo de población y vivienda. México.
López Austin,
Alfedo (1980). Cuerpo humano e ideología
2 vols. Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México.
Lozoya, Xavier
y Carlos Zolla (1983). La
medicina invisible. Introducción al estudio de la medicina tradicional de
México, Folio Ediciones, México.
Modena, María
Eugenia (1990). Madres, médico y
curanderos: diferencia cultural e identidad ideológica, CIESAS, México.
Ordiano H.
Esteban (2002). “Te ch’ul balamilaltik: Los espacios sagrados entorno a la
medicina indígena tradicional en San Juan Cancuc, Chiapas.” En García Méndez,
José Andrés (coord.), Dinámica religiosa en
México, Cuicuilco, Vol. 9, núm. 26, septiembre-diciembre, 2002, pp. 13-36.
Pitarch Ramón,
Pedro (1996). Ch’ulel: una etnografía de las almas tzeltales. Fondo de Cultura
Económica, México.
[1] Las etapas de
investigación se han realizado en distintos periodos durante los años de 1997 a
2013.
[2] [...] la diferencia entre
el hecho que podemos observar y la construcción social [...]. Por ejemplo la
altura de una persona y el color de su cabello constituyen las características
naturales, que podemos observar, pero su profesión, y la posición social son
las construcciones sociales. ¿De qué depende eso? La altura de una persona no
depende del método de mirarla. Si cambiamos la unidad de la medida, la altura
no se cambiará, sólo la expresaremos mediante otra cifra. Algo parecido ocurre
con el color del cabello. Uno dirá, “color castaño”, otro “claroscuro” y aunque
cada vez caracterizamos el color usando otra palabra, éste tendrá el mismo
tono. Pero la profesión y la posición social del hombre no son sus características
constantes. Cambian cuando le trasladamos de una sociedad a otra, de una época
a otra [...]. La posición social desaparece o aparece dependiendo de las
circunstancias. Nadie se siente idéntico con la construcción a la cual le han
metido aunque en este ropaje social puede sentirse bien o mal. Eso no cambia
nada. La construcción es algo arbitrario y superficial (Holowka, 1994:290-291).
[3] Las explicaciones para
llegar a ser poxtaiwanej son diversas, la revelación en los sueños de
Dios o un ancestro, el cual le enseña todos los secretos sobre como curar; por un
accidente o enfermedad mortal y por trasmisión de generación en generación
(Ordiano, 2002).
[4] Cabe señalar que por parte
de las instituciones de salud, la práctica de la partera es infravalorada por
médicos y enfermeras, al grado de culparlas por el alto índice de mortalidad
materna e infantil durante el proceso de parto o posparto (Freyermuth, 2003).
[5] Entrevista con parteras de
Simojovel, Oxchuc y San Juan Cancuc, Chiapas, (1998).
[6] Esta planta tiene
propiedades coagulantes y es un tipo de zacate alto que crece en los
alrededores de San Cristóbal de Las Casas (Jovel), es utilizado para la
construcción de techos rústicos (Ordiano, 2000).
[7] Doña Juana, partera de San
Juan Cancuc (1998).
[8] Doña Andrea, partera de
Simojovel, Chiapas (1998).
[9] Sobre el tema destacan los
trabajos de Esther Hermitte (1970); Alfonso Villa Rojas (1990); Evon Z. Vongt
(1992, 1993); Calixta Guiteras (1992, 1994); Pedro Pitarch (1996), entre otros.
[10] En su Etnografía de las almas tzeltales, Pedro
Pitarch (1996) desarrolla un estudio más minucioso sobre el tema.
[11] Sebastián Gómez
(entrevista, 1998).
[12] Ídem.
Fascinante la cosmovisión de los pueblos originarios, una mirada distinta al mundo...
ResponderEliminarFascinante es la palabra clave mi estimado rafa chavez. Pero además bien haríamos en imitar muchos de sus elementos que tanto respetan la vida. Que bueno que te gustó el artículo y gracias por el comentario.
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