El crío, endeble, vulnerable, inexperto y demasiado joven, quedó atascado. Sus piececillos habían quedado varados en el barro del manglar. Los miembros del clan intentaron acercarse para ayudarle, pero el temor de su propio hundimiento los detenía. Pretendieron también, hacer que el crío se sujetara de grandes ramas que le extendían, pero éste, demasiado débil no había podido liberarse. Su muerte era pues, inminente. Esto, no habría ocurrido si la madre hubiera estado cerca para cargarlo sobre ella, tal como lo hacen todas las de su especie a la hora de migrar; pero resulta que aquella madre, había muerto, atacada por un felino unos días antes y por ello el crío estaba entre el clan, pero cuidándose solo. Entretenerse en rescatar a aquel joven miembro, supondría para el clan, pérdida de tiempo y desgaste de energía. Energía que, por otro lado, era necesaria para que el propio grupo sobreviviera, así que sin nada que hacer, abandonaron al pequeño crío a su suerte. Todos seguía...