Sobre la fragilidad humana.

 Mi primer acercamiento con la muerte fue cuando le ocurrió a una tía materna. Ante el hecho de la partida de la tía, la casa se volvió funeraria. Tengo grabada en la memoria la caja, la tristeza de mi padre, los rezos monótonos y agudos, que se metían  por mis orejas. Pero pasado un rato, también tengo la memoria a mis primos y los ecos de sus risas infantiles mientras saltábamos entre los colchones de la cama; todo ello, el mismo día. Así se pasa la vida, como un correr tras de la muerte, y una risa con la vida.



Ayer nos dejaron varios grandes que a la sazón me he enterado: Flor Silvestre, Diego Armando Maradona y José Manuel Mireles. El de en medio jugó con la vida y la vida lo ahorcó, pero siempre he de valorar su posición congruente; su pertenencia al pueblo y su rebeldía. Diego nos dio alegría y nos enseñó,  espíritu de clase. Sobre el último, admiro su valor para enfrentar un sistema podrido. Él nos enseñó dignidad y nos ofreció esperanza. Y sobre la primera he de decir que su valor radicó en dejar a un marido poderoso por correr tras su amor. Nos enseñó  salir de la zona de confort y nos legó su voz.

Día extraño el de ayer, nos hemos quedado un poco más huérfanos. De eso se trata la vida de ir dejando pedacitos de ti en el camino, pedacitos de alma que comerán los pájaros. Cual gota de agua, somos frágiles, así que ni nos creamos tanto, ni suframos por mucho tiempo. Vivamos ahora nuestra fragilidad humana, y saltemos de un colchón a otro, que al fin y al cabo por allá andaremos.

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