Sobre el Antiguadalupanismo, las peregrinaciones, los cohetes y los micro-racismos.

Como hecho real, concreto, digamos, hecho social, (según Durkheim) la Virgen de Guadalupe acarrea año con año a su Basílica a miles de fieles. Peregrinaciones salen de todas partes del país rumbo a la Ciudad de México. En este contexto de pandemia, la Basílica ha sido cerrada, aun así, muchos peregrinos no han dejado de asistir, de intentar “acercarse”, a la casa de la madre y, por supuesto, la fiesta y las aglomeraciones no se hacen esperar. En gran número de lugares nacionales y extranjeros, el pueblo no hace caso a las autoridades, se congrega, se apiña, se arracima, alrededor de la imagen. La banda, el trío, la estudiantina, o la voz pelada, suena, los cohetes revientan en el cielo y los perros (que no todos) corren espantados, el alcohol se comparte y pasada la media noche, no faltará la pelea que termine en trompadas.



Ante el hecho antes señalado, las redes sociales, sobre todo las de una clase media “educada”, explota, señala, crítica, y se pavonea de su "moralidad superior" que se ha alejado ya de esas primitivas creencias. “Papá, a la virgencita, ¿no le gustaría más que no le pegaras a mi mamá y no llegaras borracho todas la noches?” dice un meme que muestra a un adulto de piel morena corriendo al lado de un niño, con la imagen de la virgen en el pecho. Quien haya hecho el meme, asume que los adoradores de la virgen, son morenos, alcohólicos y golpeadores de mujeres. ¡Ah! cuanto, se parece esta idea a esas frases, escritas por los visitadores y curas coloniales: “es que estos indios, son muy aficionados al chinguirito”.

Otra cosa molesta los castos oídos de nuestras clases medias y altas educadas: los cohetes. Acabo de leer un post : “Ya me imagino a la virgencita, bien contenta con tanto cohete… HDP.” (Por los que no comprenden las mayúsculas de final, se trata de un intento por ser grosero, pero sin perder la elegancia, las tres letras intentan ser una abreviatura de “Hijos de Puta”) Estos ruidosos explosivos son las delicias del pueblo, no así para los adoradores de perros y de la individualidad. Dos ejes de ataque contra los cohetes tenemos: la alta contaminación que generan, y el dolor de oídos que producen a los perros.

Las peregrinaciones producen aglomeración de gente, la aglomeración produce que miles de toneladas de basura sean depositadas por las rutas de dicha peregrinación. Viví sobre Calzada San Juan de Aragón por algunos años, efectivamente, al otro día, de la gran peregrinación uno veía miles de vasos y platos de unicel y otras linduras. El día de hoy, un último reclamo se suma, la desobediencia del pueblo a la expresa prohibición de visitar la Basílica por una cuestión de sanidad.  Estamos luchando contra un virus que requiere que nos alejemos físicamente y a pesar de este riesgo estos guadalupanos no hacen caso y se ponen en peligro ellos y los otros.

A pesar de todo, habría que decir algo más de esta andanada antiguadalupana. Desde acá, desde la Sierra donde ando, se me figura, que a esa señora morena, la ha gustado el conflicto. Desde que tenemos noticias de su aparición, (cosa que no está a debate en este texto, aunque sería básico leer el Nican Mopohua, como se lee un antiguo mito, y no como documento histórico) se presenta un hecho contundente, la señora elige a un desarrapado, a un no educado, y digo a un no educado entre los españoles, pero tampoco entre la elite indígena, por aquella cosa de los que piensan que en la sociedad mexica, todo era igualitario y piensan que Juan Diego, operó como una especie de traidor. Este hecho permitió una liga simbólica entre el desposeído y la Guadalupana, que actuó como un elemento que arrebató en parte, el control del mundo sacro que pretendía mantener occidente en su totalidad. En resumidas cuentas la Guadalupana, fue una rendija donde el mundo mesoamericano se coló. ¿O todavía algún especialista cree que el guadalupanismo está en exclusiva vigilancia y uso de la Iglesia Católica Institucional?

Por otro lado, todos sabemos además, que papel jugó la Guadalupana en la Guerra de Independencia, y cómo la propia imagen se volvió arenga. “¡Viva la Virgen de Guadalupe!” significó en aquel momento adherirse a una manera de entender el mundo, un mundo que tomaba a la indiada en cuenta. Hidalgo sabía pues, lo que la guadalupana significaba para eso que llaman pueblo, tan es así que el Virrey Francisco Xavier Venegas intentó convocar a la causa contraria a través de otra imagen: la Virgen de los Remedios que pretendió hacer contrapeso simbólico a la Guadalupana.

Si dejas del lado el tema histórico, y te planteas ahora la pregunta de qué es lo que ofende tanto a nuestras clases medias en torno a este fenómeno. Me parece que lo que está en juego, es la tremenda fuerza que todavía conserva una imagen para convocar a un pueblo. Una imagen que trasciende lo mexicano entendido como mera forma jurídica de estado - nación, y se coloca en el México Profundo de Bonfil Batalla. ¿Qué tiene que perder un pueblo que se arriesga ante la pandemia, que de por sí ya lo tiene en la lona?

La mayoría de críticas que he leído en redes, hablan más de la molestia que causa la Guadalupana a nivel individual, “molestas a mi perro”, “a mi sueño” a “mi ciudad”, y lastimeramente aducen como único elemento de crítica una pretendida superioridad moral, ligando al guadalupano con ignorante “naco” o lindezas por el estilo. Yo me pregunto, ¿será que los cohetes producen más contaminación que las transnacionales mineras? ¿Será que la estabilidad del perro sea más importante, que la expresión de identidad colectiva? No niego que el culto a la Virgen genere todos esos problemas señalados, sólo cuestiono la manera en que son puesto a debate por parte de ciertos grupos, micro-racistas. En todo caso, tal parece que el México Profundo, sigue y seguirá viviendo.  Lo dejamos pendiente…

Alejandro Durán Ortega

 

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